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como un burro y un caballo sólo pueden producir una mula sin semillas. ¿Qué aspecto tenía? Aparte de una espesa mata de pelo negro, entre las piernas, tenía el mismo aspecto que cualquier otro ser humano, excepto, por supuesto, que era Sheba. Según cuentan, era muy hermosa. No era hermosa. Era la belleza misma. Era en todo sentido libre. Entraba y salía de su cámara de dormir. Sheba. Conocía tan bien, como cualquiera de sus esclavas. las caricias que la hacían temblar de felicidad. Nunca había deseado tanto a una criatura. ¿Y ella te deseó a cambio? Yo era su juguete. Su confidente. Podría haber llegado a ser más, de no ser por Solomon. ¿El Rey Solomon? Bendita sea su memoria. Vino desde el otro lado de los desiertos, hacia ella. ¿No fue ella hacia él? No. Nunca. Pero eso está en todos los libros sagrados. Todas las historias y las pinturas. Y Handel escribió música sobre ello. Señora, yo estuve allí. Solomon se acercó a ella. Eres la Reina, libre como un pájaro poderoso. Viendo todas las cosas con un ojo uniforme. ¿Por qué te atas al lecho de un hombre? Dulce primo Djinn. no hay hombre que pueda seducirme tanto. Comenzó con la música. Hice todo lo que pude para disuadirla. Pero cuando ella usó. la cera perfumada de la abeja de Jabassa, para eliminar el vello entre sus piernas, supe que estaba perdido. Pero yo, como un tonto, seguí diciéndole que su cuerpo era rico y hermoso, pero su mente era más rica y hermosa, y más duradera. Y estuvo de acuerdo con todo lo que le dije, y dejó caer una lágrima caliente. Empezó a ponerle tareas a él, que parecían imposibles, encontrar un hilo de seda roja, en particular. en el palacio de las mil habitaciones, el adivinar el nombre secreto de su madre Djinn, para así decirle él, lo que más desean las mujeres. Eso parece imposible. No para él. Podía hablar con las bestias de la tierra, y a los Djinn hechos de fuego sútil. Se encontró hormigas para descubrir el hilo de la seda, y un Ifrit para susurrar el nombre de la madre. Entonces la miró a los ojos y le dijo lo que más desean las mujeres. Ella se quedó asombrada, y le dijo que tenía razón.